Emprendí en el año 2016 años por necesidad. La falta de empleo me impulsó a crear un negocio para reencontrarnos con el sabor de nuestras raíces venezolanas estando lejos de casa, esa fue parte de la motivación para crear tequeños venezolanos en Uruguay. Así nació Tequeños La Rambla.
Este camino como emprendedora me ha exigido lidiar con la incertidumbre, adaptarme a cambios constantes, tomar decisiones, liderar a mi equipo y ser la «todóloga» en los inicios tan complejos y llenos de confusión.
Existen dos elementos que he tomado de la mano a lo largo de estos años: la formación académica y desarrollo personal. Los considero cruciales para el crecimiento individual y del negocio.
Agradezco las vicisitudes y absoluta incertidumbre al llegar a Uruguay porque me hizo forjar una versión de mí -que desconocía- capaz de labrar sus propias oportunidades, tanto para ella como para otras mujeres.
En la calamidad emergió mi capacidad de reinvención, creatividad y resiliencia.
Soy periodista, migrante y mujer emprendedora. Si me quito todas esa etiquetas, te diría que soy una mujer que ama soñar y hacer. La plenitud es la emoción que busco repetir y esparcir en otros que sueñen y hagan.
Ese momento de contemplación, suspiras, agradeces a todos y te aplaudes porque ¡lo lograste, marica!
Apasiónate y trabaja con ahínco, disciplina, persistencia, atención al detalle para dar cabida en el mundo real ese proyecto que soñaste, sudaste y peleaste.
Yo creo que no podemos dejar de soñar y hacer.
Como mujeres nos debemos el encuentro inevitable con el progreso que merecemos, tenemos el compromiso de construir un ecosistema que derribe barreras de género para que otras mujeres puedan «soñar y hacer».
Hoy es solo una excusa para poner estas palabras, el trabajo es el accionar diario para hacerlo posible ✨
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